Respirar debería ser lo más natural del mundo, pero en muchas ciudades del planeta, cada bocanada de aire viene cargada de partículas contaminantes invisibles pero peligrosas. Según el más reciente informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS), 9 de cada 10 personas en zonas urbanas respiran aire de mala calidad.
Ciudades como Nueva Delhi, Ciudad de México, El Cairo, Pekín o Santiago de Chile encabezan las listas de lugares donde la contaminación atmosférica supera los niveles seguros recomendados por la OMS. Las principales fuentes son el tránsito vehicular, las industrias, la quema de residuos y, en muchas zonas, el uso de leña o carbón para cocinar.
Efectos para la salud
Los efectos ya se sienten en la salud respiratoria. Estudios publicados en The Lancet Respiratory Medicine y Environmental Health Perspectives vinculan directamente la exposición prolongada al material particulado PM2.5 con enfermedades como el asma, la bronquitis crónica, e incluso con mayor incidencia de cáncer pulmonar y afecciones cardíacas.
“El aire contaminado es el nuevo tabaco”, advirtió María Neira, directora del Departamento de Salud Pública de la OMS.
Y el problema es más grave en niños, adultos mayores y personas que viven en pobreza. La contaminación del aire no discrimina, pero castiga más a las personas más vulnerables expuestos a ambientes contaminados y con déficit en su calida de vida, acceso a la salud, y a cuidados de su ser, así como a personas de la tercera edad, infantes y los debilitados inmunológicamente.
Es pues un tema de abordar, el contexto de las ciudades y que se está haciendo para que la calidad del aire pueda mejorar y la atención en salud por sus daños puedan ayudar a quiénes le padecen.
El Informe periodismo científico/El Salvador
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