Hace apenas una década, hablar de inteligencia artificial (IA) sonaba aún a ciencia ficción. Hoy, sin embargo, la IA está en el teléfono que se usa para traducir mensajes, en las series que se recomienda una plataforma de streaming, en los bancos que aprueban créditos, e incluso en las noticias que se leen. Ya no es futuro: es parte de nuestra rutina cotidiana, aunque a veces no se tome la plena conciencia.
Panorama LATAM
En América Latina, esta revolución tecnológica avanza a su propio ritmo. Países como México, Brasil, Chile, Colombia y Argentina ya tienen empresas y universidades desarrollando modelos de IA aplicados a la educación, la salud, la agricultura o la gestión de desastres naturales. En Centroamérica, el interés crece poco a poco, impulsado por jóvenes emprendedores, periodistas digitales y comunidades que experimentan con nuevas formas de contar historias, enseñar o hacer negocios, El Salvador, recientemente ha anunciado que para su sistema de salud se contará con asistencia de Inteligencia Artificial mediante la aplicación denominada «DoctorSV».
Pero, ¿qué es realmente la inteligencia artificial?
En palabras simples, es un conjunto de sistemas capaces de aprender, razonar y tomar decisiones imitando —en parte— el funcionamiento de la mente humana. La IA se alimenta de datos: mientras más aprende, más mejora sus respuestas. Así funcionan los chatbots, los asistentes de voz, los traductores automáticos o las aplicaciones que generan imágenes, música o textos. Es una tecnología que combina matemáticas, programación y capacidad de adaptación, algo que antes solo se veía en series como «Star Trek» (Viaje a las estrellas) o en películas de ese género.
Un tema interesante
Lo más interesante es cómo la IA se está volviendo cotidiana en contextos donde antes no se imaginaba verla. En el campo, por ejemplo, ya hay agricultores en Perú y Costa Rica que usan sensores e inteligencia artificial para optimizar el riego y cuidar sus cosechas. En la salud, hospitales públicos en Brasil y Chile aplican algoritmos para detectar enfermedades de forma temprana. En la educación, maestros en El Salvador y Colombia utilizan plataformas que adaptan las clases al ritmo de cada estudiante. La IA está cruzando fronteras y entrando, poco a poco, en la vida real de la región.
Dilemas y dudas
Sin embargo, este avance también plantea dilemas. ¿Qué pasa con los empleos que podrían desaparecer? ¿Cómo se protege la privacidad de los datos? ¿Quién se hace responsable cuando una máquina comete un error? Estas son preguntas que los países latinoamericanos deben discutir con urgencia, porque la brecha digital también es una brecha de conocimiento y de oportunidades.
En muchos casos, la IA está concentrada en grandes ciudades o empresas, mientras que miles de personas en zonas rurales ni siquiera tienen acceso a internet estable. Si no se corrige esa desigualdad, el futuro digital corre el riesgo de volverse otro espejo de la desigualdad social que ya se conoce.
Aun así, hay algo que caracteriza a América Latina: su creatividad. Desde aplicaciones que ayudan a traducir lenguas indígenas hasta proyectos de inteligencia artificial para detectar desinformación en redes, el talento local está mostrando que esta tecnología también puede tener rostro latinoamericano, ético y humano.
¿Reemplazar al humano?
La inteligencia artificial no viene a reemplazar al ser humano, sino a retarlo: nos obliga a aprender, a pensar de manera crítica y a usarla con propósito. En el fondo, la pregunta no es si la IA cambiará las vidas —porque ya lo hace— y si se está relamente preparada la sociedad, para usarla con inteligencia, justicia y empatía.
Desde el periodismo científico, el reto es contar estas historias con claridad y equilibrio. La IA puede parecer un tema técnico, pero su impacto es profundamente humano. Está en las aulas, en las radios, en las redacciones y hasta en conversaciones diarias. En otras palabras, la inteligencia artificial ya está presente en mucha áreas de la vida, y América Latina tiene la oportunidad —y la responsabilidad— de darle su propio acento.











