El aire y su calidad es un tema relevante y de dónde surgen muchas preguntas de cómo se vincula con la salud,sobre todo de los más vulnerables.
En el horizonte
La bruma que cubre muchas ciudades de América Latina no es solo paisaje: es un problema de salud pública que erosiona la calidad de vida y golpea, con especial fuerza, a quienes menos recursos tienen. De Cara al tráfico, la quema de residuos, las industrias y hasta las cocinas domésticas donde se sigue usando leña, el aire contaminado actúa como un agente silencioso que reduce vidas, aumenta enfermedades y profundiza desigualdades.
La región LATAM
Los números son contundentes. Millones de personas en la región —sobre todo en áreas urbanas densas y en comunidades rurales que dependen de combustibles sólidos— están expuestas a niveles de partículas finas (PM2.5) y otros contaminantes por encima de lo recomendado por la OMS. Esa exposición se traduce en enfermedades respiratorias, cardiacas, empeoramiento de asma en niños, partos prematuros y una carga creciente de años de vida con discapacidad.
Pobreza y vulnerabilidad
Pero la contaminación no afecta a todos por igual. En los barrios periféricos de las grandes ciudades, en asentamientos informales y en regiones donde la pobreza obliga a cocinar con leña o carbón, la combinación de pobreza, falta de infraestructura y exposición ambiental crea una “triple amenaza”. Familias enteras conviven con humo en interiores, sufren ventilación insuficiente y carecen de acceso rápido a servicios de salud. Las mujeres y los niños —quienes pasan más tiempo en el hogar— y las personas mayores son los grupos más perjudicados.
Acceso a Salud
Se habla de hábitos y prácticas saludables, pero ¿el entorno? no siempre es favorable para tener calidad en el aire que se se respira por múltiples causales; y es ahí donde el acceso a la salud, y la conciencia regional de la calidad del aire cobra relevancia como tema para abordar medidas en conjunto y multi sectorial que lleve a dar respuestas y soluciones urgentes.
Periodismo, ciencia y calidad del aire
El periodismo y la ciencia tienen aquí una tarea crítica: documentar y visibilizar los casos concretos. Detrás de cada cifra hay una escuela o comunidad afectada por el smog, un niño que pasa ataques de asma frecuentes, una madre que sacrifica tiempo y recursos para curar una tos persistente. Historias locales —de barrios de Lima, Medellín, Ciudad de México, San Salvador o Tegucigalpa— ayudan a traducir datos en decisiones que conlleven soluciones en abordajes desde los datos y la ciencia.
Empatía Pública
Invertir en calidad del aire es invertir en productividad, en menos ausentismo escolar y laboral, en menos gasto sanitario y, sobre todo, en vidas que se prolongan con salud. Para las autoridades intersectoriales- regionales, la industria y la sociedad civil, la pregunta no es solo cuánto cuesta actuar, sino cuánto costará no hacerlo: vidas truncadas, sistemas de salud cada vez más tensionados y mayor inequidad social.
Panorama LATAM
En América Latina se ha de plantear y robustecer la observación de la calidad del aire desde el transporte público, las quemas a cielo abierto, la tala de árboles, el monitoreo de las fábricas entre otras prácticas contaminantes que podrían ser factores a verificar. Y aún así estos esfuerzos quedan insuficientes frente a la magnitud del problema y la velocidad con que cambian el clima y los patrones de urbanización. La hoja de planes debe ser clara, financiada y, sobre todo, centrada en quienes hoy respiran el peor aire.











